Lo reconozco: me encantan las películas de robos a bancos y las de fugas de prisiones y campos de concentración.
Puede que esta afición responda a un deseo subconsciente de tranquilidad económica y de total libertad; pero en el plano consciente lo que me atrae de estas situaciones en el cine es el ingenio humano aplicado a resolver un problema. Un problema grave, del que pueden depender la felicidad, la libertad o incluso la propia vida.
Así que en mi filmoteca y videoteca se pueden encontrar títulos de sobra conocidos como Fuga de Alcatraz, Papillón (las dos versiones) o la célebre El Expreso de Medianoche, en convivencia y connivencia con El Último Golpe, Fuego contra Fuego, Vault o El Plan Perfecto, entre muchas otras. La última que he tenido oportunidad de ver y que os quiero recomendar hoy pertenece a la categoría de escapes ingeniosos: Fuga de Pretoria.
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