El Proyecto Cerebro Humano (Human Brain Project) es una de las iniciativas de investigación menos divulgadas y, sin embargo, más trascendentales en Europa.
Financiado por la Unión Europea como uno de los proyectos insignia de Futuros y Tecnologías Emergentes (FET), el HBP busca comprender en profundidad la estructura y función del cerebro humano a través de una aproximación interdisciplinaria que combina la neurociencia y la tecnología.
En su fase final, que concluirá en septiembre de 2023, el proyecto se centra en áreas científicas clave como las redes cerebrales, su papel en la conciencia y las redes neuronales artificiales, además de expandir su innovadora infraestructura denominada EBRAINS. El objetivo final es impulsar avances en la neurociencia, la medicina y las tecnologías neuroinspiradas desarrolladas a partir de ellas.
Uno de los aspectos destacados de la investigación del HBP es el uso de métodos avanzados de computación, neuroinformática e inteligencia artificial para llevar a cabo investigaciones de vanguardia sobre el cerebro.
El conocimiento adquirido se traduce en aplicaciones novedosas en medicina y avances tecnológicos. Sin embargo, los investigadores del HBP también se enfrentan a la necesidad de abordar las implicaciones sociales y éticas que surgen de su trabajo.
Dentro del marco del HBP, se han desarrollado métodos de imagen avanzados de alta resolución para estudiar el cerebro con un nivel de detalle excepcional. Estos incluyen una técnica que permite la imagen de cerebros de ratón intactos a una resolución subcelular y un nuevo método que permite comparar el conectoma de diferentes especies con una resolución extremadamente alta. Además, se han establecido métodos novedosos de aprendizaje profundo (deep learning) para el análisis rápido de las enormes cantidades de datos cerebrales en supercomputadoras.
Otro aspecto interesante de la investigación del HBP es la conexión entre el aprendizaje profundo inspirado en el cerebro y los robots biomiméticos, con el objetivo de dotarlos de capacidades más similares a las humanas. Por ejemplo, un equipo español ha equipado a un robot con una simulación detallada del cerebelo, una parte del cerebro involucrada en el control motor. Su sistema supera a la inteligencia artificial tradicional al aprender a realizar movimientos precisos e interactuar de manera segura con humanos, incluso en situaciones con retrasos temporales impredecibles. Otros investigadores han utilizado la Plataforma Neurorobotics de EBRAINS para enseñar a los robots a recordar lugares y mejorar la navegación autónoma.
Además de los avances en la interacción entre la inteligencia artificial y los robots, los científicos del HBP han tomado inspiración del cerebro humano para hacer que la inteligencia artificial sea más eficiente en términos energéticos. Científicos de Austria, Alemania y Suiza, dentro del marco del HBP, han desarrollado y optimizado algoritmos potentes inspirados en el cerebro que demuestran ventajas sobre los enfoques tradicionales de aprendizaje profundo. Estas redes neuronales pulsantes (spiking neural networks) se implementan en dos sistemas neuromórficos a gran escala desarrollados en el HBP y accesibles a través de EBRAINS: SpiNNaker y BrainScaleS-2.
Sin embargo, a medida que avanzamos en la investigación de la inteligencia artificial y la creación de cerebros vivos en laboratorios, surgen preocupaciones éticas y morales. ¿Deseamos realmente un futuro en el que centros de datos estén llenos de cerebros vivos sin cuerpo realizando diversas tareas por nosotros? Esta es una pregunta fundamental que plantean los avances en este campo.
En la actualidad, algunos equipos de investigación están explorando la posibilidad de cultivar células cerebrales en láminas planas o en organoides más complejos, tridimensionales, utilizando células madre. Estos experimentos han llevado a debates sobre el desarrollo de la “inteligencia organoide”.
Se plantea la idea de que, aunque los sistemas de inteligencia artificial como GPT-4 están logrando resultados asombrosos, se está logrando a expensas de hacer los sistemas cada vez más grandes. Se argumenta que el uso de cerebros cultivados podría ser una alternativa más eficiente desde el punto de vista energético para ciertas tareas.
La perspectiva de tener “cerebros en una cuba” realizando trabajos para nosotros plantea interrogantes éticos significativos. Por un lado, podríamos considerarlos como esclavos indefensos, privados de la capacidad de percibir más allá de lo que sus dueños elijan. Sin embargo, también nos encontramos en un contexto en el que criamos miles de millones de animales para el sacrificio como alimento. ¿Es éticamente diferente utilizar cerebros en una cuba para nuestro beneficio, siempre y cuando no sean conscientes y no sean capaces de experimentar dolor o emociones?
A medida que los investigadores desarrollan organoides cerebrales más sofisticados, incluso fusionando organoides de cerebro humano con cerebros de rata, surge la cuestión de si estos organismos podrían eventualmente alcanzar un nivel de conciencia. Además, se plantean interrogantes sobre las necesidades de descanso y sueño de los organoides avanzados. ¿Deberíamos permitirles recorrer libremente paisajes virtuales durante sus períodos de descanso?
La determinación de los límites éticos en la investigación de cerebros vivos y la inteligencia artificial se vuelve cada vez más apremiante. Los defensores de establecer límites argumentan que es necesario comenzar a definir lo que es aceptable en la actualidad. Sin embargo, la conciencia y los sentimientos son conceptos complejos que aún no comprendemos completamente, lo que dificulta establecer líneas claras. ¿Dónde deberíamos trazar ese límite? ¿A nivel de los perros, los delfines o los pulpos?
Por el momento, es difícil prever si esta posibilidad de cerebros vivos en cubas se convertirá en un problema real en el futuro. Hasta ahora, los experimentos realizados en este ámbito no parecen indicar que las empresas puedan obtener beneficios a corto plazo. En cambio, parece más práctico y factible que las IA basadas en silicio imiten los cerebros biológicos en lugar de convertir los cerebros biológicos en cubas en IA. Sin embargo, esta elección plantea su propio conjunto de cuestiones éticas.
La discusión en torno a la ética de la investigación de cerebros vivos y la inteligencia artificial no solo se centra en el tratamiento de los organismos involucrados, sino también en nuestra propia percepción de lo que es aceptable. ¿Estamos preparados para lidiar con la posibilidad de crear entidades que se acerquen cada vez más a la conciencia y la autonomía? ¿Podemos garantizar que estos cerebros vivos en cubas no sufran ni sean explotados? Estas son preguntas complejas que exigen una reflexión profunda y un debate abierto y ético.
Además, debemos considerar los posibles beneficios y avances que podrían surgir de esta investigación. El estudio de organoides cerebrales cada vez más sofisticados puede proporcionar información invaluable sobre enfermedades cerebrales y abrir nuevas vías para el tratamiento y la cura. Sin embargo, debemos equilibrar estos avances con la responsabilidad de garantizar el respeto y el bienestar de los organismos vivos que se utilizan en la investigación.
A medida que avanzamos en el desarrollo científico y tecnológico, es fundamental que nos detengamos a reflexionar sobre las implicaciones éticas y morales de nuestras acciones. Debemos buscar un equilibrio entre el progreso científico y el respeto por la vida y la dignidad de los seres vivos. Solo a través de un enfoque ético riguroso y una reflexión constante podremos tomar decisiones informadas y responsables sobre la investigación de cerebros vivos y la inteligencia artificial.
En última instancia, el establecimiento de límites éticos en la investigación de cerebros vivos y la inteligencia artificial es un desafío complejo. Requiere una comprensión más profunda de la conciencia, los sentimientos y la ética en sí misma. Es necesario involucrar a expertos de diversas disciplinas, como la neurociencia, la filosofía y la ética, para abordar estas cuestiones de manera adecuada.
Tanto el Proyecto Cerebro Humano (HBP) y otras investigaciones en el ámbito de la inteligencia artificial plantean desafíos éticos importantes. La posibilidad de crear cerebros vivos en cubas y utilizarlos para realizar diversas tareas plantea interrogantes sobre la esclavitud, la conciencia y los límites éticos. Si bien es necesario seguir explorando estos avances científicos, es fundamental abordar estas cuestiones éticas de manera seria y responsable, asegurándonos de que nuestros avances científicos se realicen con el máximo respeto por la vida y la dignidad de todos los seres vivos.
Referencias:
- Human_Brain_Project_230413_hpb22_digital.pdf
- LE PAGE, Michael. Brain Power. New Scientist International Edition – 10 June 2023. Pag. 21