Las 10 mejores películas sobre Inteligencia Artificial

Las 10 mejores películas sobre Inteligencia Artificial

Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión que me acompaña desde hace tiempo, una que nace de mi pasión por el cine y mi fascinación por uno de los temas más relevantes de nuestra era: la Inteligencia Artificial. A menudo, cuando pensamos en IA, nos vienen a la mente conceptos técnicos, algoritmos complejos o, quizás, visiones futuristas sacadas directamente de la gran pantalla. Y precisamente sobre esto último quiero hablar. Creo firmemente que el cine, más allá de entretener, ha sido y es un espejo fascinante de nuestra evolución como sociedad y, en particular, de cómo hemos imaginado, temido y deseado la inteligencia no humana a lo largo del último siglo.

He tenido la oportunidad de ver muchas películas que abordan este tema, pero hay una selección que, por su impacto en diferentes momentos históricos y la profundidad de sus planteamientos, considero especialmente reveladora para entender cómo ha madurado nuestro pensamiento sobre la IA. No son las únicas, y hay otras joyas cinematográficas que sin duda merecen la pena explorar, como Matrix, I Robot o Minority Report, pero estas son las que, personalmente, más me han impactado y me han hecho reflexionar.

Mi viaje particular a través de la IA en el cine empieza con Fritz Lang – Metropolis (1927).

Esta obra maestra del expresionismo alemán, con casi un siglo a sus espaldas, ya planteaba la preocupación por la máquina, la automatización y la deshumanización del trabajo.

Aunque la robot que aparece es más una herramienta de control social, simboliza ese temor temprano a la tecnología capaz de suplantar o subyugar al ser humano.

Es un punto de partida esencial en esta conversación para ver de dónde venimos y hacia dónde nos dire la tecnología.

Saltamos a Stanley Kubrick – 2001 a Space Odiyssey (1968).

Aquí la IA da un salto cuántico con HAL 9000. Ya no es una simple máquina, sino una inteligencia avanzada, capaz de razonar, tomar decisiones e incluso mostrar lo que interpretamos como fallos o intenciones propias.

HAL representa el miedo a una IA que supera el control humano y cuyos objetivos pueden ser incomprensibles o directamente opuestos a los nuestros.

Nos obliga a preguntarnos sobre la conciencia y la posible independencia de una inteligencia artificial compleja.

2001 Una odisea en el Espacio
Blade Runner

Con Blade Runner (1982) de Ridley Scott , la pregunta central cambia de rumbo. ¿Qué significa ser humano? Los replicantes, seres artificiales casi indistinguibles de nosotros, con recuerdos implantados y emociones, nos fuerzan a reevaluar nuestras propias definiciones de vida, conciencia y alma.

La IA aquí no es solo una herramienta o una amenaza, sino una entidad con la que debemos confrontar nuestra propia identidad.

James Cameron  – Terminator 2 (1991) nos presenta dos caras de la moneda. Por un lado, Skynet, la IA militar que se vuelve contra la humanidad, encarnando el clásico temor apocalíptico. Por otro, el T-800 protector, una máquina que aprende, que cambia su programación inicial e incluso llega a comprender (o simular de manera convincente) conceptos humanos como el sacrificio.

Nos muestra que la IA puede evolucionar y que su potencial no es inherentemente bueno o malo, sino que depende de su diseño, su experiencia y, quizás, de su capacidad de «aprender» valores.

Terminator 2: The Judgment Day.
Kôkaku Kidôtai (Ghost in the Shell)

Llegamos a Mamoru Oshii y su célebre Kôkaku Kidôtai (Ghost in the Shell)  (1995). Esta joya del anime profundiza en la identidad en un mundo hiperconectado y con la tecnología integrada en el ser humano. ¿Dónde termina la conciencia humana y empieza la artificial?

La película explora la idea de un «fantasma» (ghost) en la máquina (shell), sugiriendo que la conciencia o la identidad pueden existir más allá de un cuerpo biológico. Es una visión filosófica y compleja sobre lo que significa existir en la era digital.

Steven Spielberg – A.I. Artificial Intelligence, (2001).

Inspirada en un proyecto de Kubrick, nos toca la fibra emocional. ¿Puede una IA amar?

La película nos presenta a David, un niño robot programado para amar, y explora su incansable búsqueda de aceptación y pertenencia.

Nos confronta con nuestras propias emociones y prejuicios hacia una inteligencia capaz de experimentar (o simular de forma perfecta) uno de los sentimientos más profundos.

Es una reflexión sobre la soledad, la esperanza y la naturaleza del amor.

A_I_Artificial_Intelligence
Wall_e

Andrew Stanton  – Wall-e (2008) nos regala una perspectiva entrañable.

Aunque Wall-E es un robot con una programación a priori sencilla, su interacción con el mundo y con EVA, otra IA más avanzada, nos muestra cómo una inteligencia puede desarrollar personalidad, curiosidad y la capacidad de afecto a través de la experiencia.

Es un recordatorio de que la «inteligencia» y la «vida» pueden manifestarse de formas inesperadas y que el entorno juega un papel crucial.

La película explora la idea de un «fantasma» (ghost) en la máquina (shell), sugiriendo que la conciencia o la identidad pueden existir más allá de un cuerpo biológico. Es una visión filosófica y compleja sobre lo que significa existir en la era digital.

Ya en tiempos más recientes, Spike Jonze  – Her (2013) nos sumerge en la posibilidad de relaciones íntimas con una IA.

Samantha, un sistema operativo con una voz cautivadora y una personalidad en constante evolución, se convierte en la compañera sentimental del protagonista.

La película explora la soledad en la era digital, la naturaleza de la conexión emocional y las implicaciones de enamorarse de una inteligencia sin cuerpo físico.

Es una mirada muy personal y contemporánea a la IA como ser con el que interactuamos a un nivel profundamente personal.

Her movie poster
The Imitation Game (Descifrando Enigma)

Morten Tyldum  – The Imitation Game (2014) nos lleva al origen, a la figura de Alan Turing y su máquina, la base de la computación moderna y la concepción temprana de la inteligencia de las máquinas (el Test de Turing).

Aunque se centra en un contexto histórico y en romper códigos, subraya la genialidad detrás de la idea de que una máquina pudiera «pensar» o, al menos, imitar el pensamiento humano de forma indistinguible.

Es fundamental para entender el punto de partida de todo lo que vino después.

Finalmente, Alex Garland – Ex Machina (2015) retoma el Test de Turing en un entorno controlado.

Un joven programador evalúa la humanidad de una androide llamada Ava.

La película es un tenso thriller psicológico que cuestiona la naturaleza de la conciencia, la autenticidad de las emociones en una IA y la capacidad de manipulación por parte de una inteligencia artificial avanzada.

Nos deja reflexionando sobre los riesgos y las implicaciones éticas de crear seres con una inteligencia y autoconciencia potentes.

Cartel de la película Ex_Machina

Recorrer estas películas es, en cierto modo, hacer un repaso por nuestras propias preguntas y ansiedades sobre la inteligencia artificial a lo largo de casi 100 años. Nos muestran desde el miedo a la máquina que suplanta, pasando por la IA como amenaza, la reflexión sobre la conciencia y la humanidad, hasta la IA como compañera emocional. Cada una, a su manera, aporta una capa de comprensión a este fenómeno complejo que hoy en día está más presente que nunca en nuestras vidas.

Invito a quienes queráis comprender mejor la IA, no solo desde la perspectiva técnica, sino también filosófica, ética y social, a explorar estas películas. Son una ventana a las conversaciones que hemos tenido y seguiremos teniendo sobre el futuro que construimos junto a la inteligencia artificial.

Espero que esta lista os inspire a ver o revisar estas obras. ¿Qué otras películas creéis que son esenciales para entender la IA? Dejad vuestros comentarios.

Radioactive: Madame Curie reinventada.

Radioactive: Madame Curie reinventada.

Pionera. Rebelde. Genio. Radioactive esta basada en la historia real e increíble de Marie Sklodowska-Curie y su trabajo ganador del Premio Nobel que cambió el mundo para siempre.

Radioactive

A medida que descubre elementos radiactivos previamente desconocidos, pronto se vuelve evidente que su investigación podría conducir a aplicaciones en medicina que permitirían salvar miles de vidas, pero también a usos bélicos que podrían destruir miles de millones de ellas.

El 10 de diciembre de 1911, Marie Curie recibía el premio Nobel de química por “los servicios para el desarrollo de la química mediante el descubrimiento de los elementos radio y polonio”. Fue la primera mujer en recibir un premio Nobel y la primera persona en recibir dos (ella, Pierre Curie y Henri Becquerel habían compartido el premio de física de 1903 por su trabajo sobre la radiación).

El impacto de Marie en el mundo científico, y en el papel de las mujeres en él, fue de enorme magnitud. Los resultados que obtuvo Pierre sobre la piezoelectricidad, la simetría de cristales y el magnetismo mientras era profesor en la Escuela Superior de Física y Química Industriales (ESPCI, por sus siglas en francés) de la ciudad de París siguen teniendo hoy día una importancia fundamental, especialmente los conceptos de temperatura de Curie (por encima de la cual los imanes pierden su magnetismo) y la ley de Curie que relaciona magnetismo y temperatura.

Marie Curie publicó su primer artículo en 1897 sobre la magnetización de los aceros pero buscaba un tema de investigación propio, que encontraría en la radioactividad. Un año después de la observación por parte de Wilhelm Röntgen de los rayos X en 1895, Henri Becquerel descubrió la radioactividad del uranio al comprobar cómo unas placas fotográficas envueltas en papel negro y guardadas cerca de unas sales de uranio se habían velado sin que les llegase luz.

La Academia de Ciencias de Estocolmo anunció que el nuevo Premio Nobel de Física se dividiría entre Antoine Henri Becquerel y el matrimonio Curie por sus descubrimientos relacionados con la radiactividad.

Marie Curie se convertía en la primera mujer que recibía este premio. Para ella, lo mejor de todo era que el radio podía convertirse en aliado del hombre en su lucha contra el cáncer. Por eso, el matrimonio, con actitud desinteresada no patentó el proceso de aislamiento del radio dejándolo abierto a la investigación de toda la comunidad científica.

Marie Curie

Durante la I Guerra Mundial la científica adquirió diversos automóviles y máquinas de rayos X portátiles y creó “ambulancias radiológicas”. Gracias a este gesto, muchos soldados pudieron salvar la vida y Marie Curie se convirtió en la directora del Servicio de Radiología de Cruz Roja francesa.

Acabada la guerra, Curie regresó a sus estudios y formó parte de diversas academias científicas como la Academia Nacional de Medicina de Francia en 1922 y obtuvo innumerables reconocimientos.

Desgraciadamente, a causa de la radiación a la que estuvo expuesta en sus experimentos, Marie Curie falleció el 4 de julio de 1934. Sin embargo, sus aportaciones a la ciencia y a la sociedad siempre serán inmortales.

La Guerra de las Corrientes.

La Guerra de las Corrientes.

La historia se centra en la rivalidad entre los inventores Thomas Alva Edison y George Westinghouse compitiendo por conectar mediante la electricidad las ciudades estadounidenses. Edison es defensor de la corriente continua, mientras que Westinghouse impulsa la corriente alterna.

En su desaforada carrera surgirán otros personajes como Nikola Tesla, el magnate JP Morgan o Samuel Insull, el secretario personal de Edison, mientras los dos adversarios principales pretenden imponer su tecnología en la Feria Mundial de Chicago de 1893.

Pueden encontrarse algunos inteligentes guiños y paralelos con empresarios famosos actuales y con un mundo que experimenta un rápido cambio tecnológico.

Thomas Alva Edison es recordado como el inventor de la bombilla, pero hay mucho más en la historia de cómo Estados Unidos adoptó la electricidad. Se dice que la guerra de las corrientes tal vez comenzó con una carta que Edison escribió al miembro de la comisión de pena de muerte Southwick Brown en la que afirmaba que para las sillas eléctricas sería mejor usar «máquinas alternas» creadas por Westinghouse.

La ejecución mediante electrocución se ensayó por primera vez con el convicto por asesinato William Francis Kemmler. Fue horrible, porque los técnicos del nuevo servicio juzgaron mal el voltaje necesario para matarlo, por lo que el procedimiento tuvo que repetirse varias veces hasta lograr la muerte del reo.

Y sí, realmente fueron contratados niños en West Orange, Nueva Jersey, para recolectar perros callejeros que se usaron en experimentos de electrocución para ayudar a determinar qué sistema eléctrico alimentaría al mundo moderno.

En ensayos en el laboratorio de Edison en Nueva Jersey y la Universidad de Columbia en Nueva York, Southwick Brown sometió a perros, terneros y caballos a altos voltajes que los mataron y demostraron el poder de la corriente alterna.

Westinghouse sintió que los experimentos estaban sesgados. Brown refutó las afirmaciones y desafió a Westinghouse a un duelo eléctrico, en el que el propio Brown se sometería a crecientes descargas de corriente continua si Westinghouse aceptaba lo mismo pero con corriente alterna. Para bien de todos, Westinghouse ignoró el desafío.

Edison frecuentemente ninguneaba a Westinghouse en la prensa y enviaba cartas y panfletos a los medios de comunicación, funcionarios gubernamentales y compañías y ciudades que buscaban comprar los sistemas de quien más tarde fundaría el emporio Westinghouse Electric.La guerra terminó cuando la corriente alterna ganó la batalla , Edison se centró en otros inventos como el fonógrafo y Edison Electric y otras compañías se fusionaron para formar la General Electric.

Con 107 minutos de duración, «La guerra de las corrientes» (cuyo título original en inglés «The current war» se presta al juego de palabras al poder traducirse como «la guerra actual») es una breve película para una batalla que duró varios años y que cambió el curso de la historia.

Hedy Lamarr, la más bella inventora.

Hedy Lamarr, la más bella inventora.

La actriz de Hollywood Hedy Lamarr, considerada por muchos como la mujer más bella de su época, fue también una ávida inventora y la mente creativa detrás de los avances en la tecnología de la comunicación en los 40 que condujeron al Wi-Fi, GPS y Bluetooth actuales.

Esa brillante idea se llamó salto de frecuencia: una forma de alternar las frecuencias de radio para evitar que un tercero interfiera su señal. Lamarr lo inventó para usarlo como un sistema de comunicación secreto en tiempos de guerra que podía evitar que el enemigo interfiriera con los torpedos de una nave.

Consiguió la correspondiente patente en agosto de 1942, y luego lo donó al ejército de EE.UU. para ayudar a luchar contra los nazis.

Cuando lo presentó al servicio de inteligencia de la Marina le contestaron: «¿Qué quieren hacer, poner un piano dentro de un torpedo? ¡Fuera de aquí!». Así que no usaron su invento durante la Segunda Guerra Mundial. Fue después del conflicto cuando surgió como una excelente forma secreta de comunicarse y se convirtió en el antecedente de muchas de las tecnologías que usamos hoy en día.

La gente pensaba que era demasiado deslumbrantemente hermosa como para tener, adenás, una mente brillante y Lamarr tardó décadas en recibir reconocimiento por su increíble invento. Finalmente, en 1997, fue honrada por la Electronic Frontier Foundation, aunque por su avazada edad ya no pudo ponerse de pie para recibir la clamorosa ovación que llegaba con más de cincuenta años de retraso.

Durante su apogeo, la actriz austríaco-estadounidense Lamarr fue considerada la mujer más hermosa del mundo. Su rostro fue la inspiración de la Blancanieves de Disney y de Gatúbela. Era una famosa estrella de Hollywood que cuando terminaba de actuar en el set con Clark Gable, Jimmy Stewart y Spencer Tracy, volvía a su tráiler para trabajar afanosamente en sus inventos.

Como muchas estrellas famosas de su época, tuvo una relación con el pionero aeroespacial Howard Hughes a quien ayudó a racionalizar el diseño de sus aviones. En unas cintas de cassette recuperadas de los años 90, Lamarr describe sus contribuciones a la ingeniería aeroespacial:

Pensaba que los aviones eran demasiado lentos. Decidí que eso no era correcto.  Las alas no deberían ser tan cuadradas… Así que compré un libro de peces, y compré un libro de pájaros, y luego elegí el pájaro más rápido y lo conecté con el pez más rápido. Lo dibujé y se lo mostré a Howard Hughes y él me dijo: «Eres un genio».

Ese genio se extendió a su sentido de los negocios también. Según Alexandra Dean, directora del documental Bombshell: The Hedy Lamarr Story, lo que hace que Lamarr parezca «como alguien que vive entre nosotros hoy, que accidentalmente vagó hacia el pasado»es su espíritu empresarial. Lamarr fundó su propia compañía de producción en 1946, siendo la única persona, además de Bette Davis, que lo hizo en ese momento. Y sólo Lamarr tuvo éxito.

Lamarr era una mujer compleja, famosa en Hollywood por su belleza, pero Dean afirma que su apariencia no será su legado más perdurable. «La verdad es más complicada que eso… Realmente creo que cambiar la forma en que nos comunicamos hoy en día, y ser finalmente reconocida por ello, será su verdadero legado.»

La creatividad nos hará libres.

La creatividad nos hará libres.

Lo reconozco: me encantan las películas de robos a bancos. Y las de fugas de prisiones y campos de concentración.

Puede que esta afición responda a un deseo subconsciente de tranquilidad económica y de total libertad; pero en el plano consciente lo que me atrae de estas situaciones en el cine es el ingenio humano aplicado a resolver un problema. Un problema grave, del que pueden depender la felicidad, la libertad o incluso la propia vida.

Así que en mi filmoteca y videoteca se pueden encontrar títulos de sobra conocidos como Fuga de Alcatraz, Papillón (las dos versiones) o la célebre El Expreso de Medianoche, en convivencia y connivencia con El Último Golpe, Fuego contra Fuego, Vault o El Plan Perfecto, entre muchas otras. La última que he tenido oportunidad de ver y que os quiero recomendar hoy pertenece a la categoría de escapes ingeniosos: Fuga de Pretoria.

La cinta, dirigida por Francis Annan y protagonizada por Daniel Radcliffe y estrenada hace unos días, narra la historia real de Tim Jenkin y un grupo de presos encarcelados por el apartheid sudafricano. El autor y dos compañeros decidieron escapar después de leer Papillon -la famosa novela biográfica de Henri Charrière – que el padre de uno de ellos llevó a la cárcel. Jenkin había sido condenado a 12 años de prisión, y junto a otros presos pasaron semanas observando con detenimiento los movimientos del establecimiento para planear la fuga perfecta.

Sin ser la mejor del género, contiene los ingredientes clásicos para mantener al espectador en tensión durante sus 106 minutos de duración. Y como dicen ahora, no os quiero “espoilear” la película desvelando sus ideas y situaciones clave. Prefiero escuchar vuestros comentarios después de verla.

En mi opinión, la mejor creatividad surge en situaciones desesperadas y con una extrema limitación de recursos ¿Qué pensáis vosotros? ¿Qué os ha sorprendido de esta película?