Según una interpretación estándar de esa hipótesis, debido a que los Creadores tienen la capacidad de crear nuevas y mejoradas versiones de sí mismos, se llegará a un punto (la llamada “Singularidad”) más allá del cual no será posible que los humanos entiendan o controlen a los Creadores.
Si eres un optimista de esos con ojos de estrella, podrías creer que esto podría llevar a un paraíso utópico en el que los Creadores produzcan lo que necesitemos, cuando lo necesitemos, incluso antes de que sepamos que lo necesitamos.
Si por el contrario eres pesimista (o tal vez simplemente realista), es probable que temas lo que no puedes entender o controlar, y te preocupa que el mundo no esté en condiciones de hacerlo. Tal vez te preocupa que los Creadores nos arrastren a un un futuro oscuro y distópico en el que sirvamos a las necesidades de los Creadores, o peor aún, en el que los Creadores decidan que lo único que estropea su mundo perfecto somos nosotros, y decidan hacer algo al respecto. No es probable, pero tampoco imposible.
Entonces, ¿por qué deberíamos crear Creadores Superhumanos si existe incluso la remota posibilidad de que puedan llevarnos a una realidad desconocida y potencialmente peligrosa? Creo que la respuesta a esta pregunta es que no deberíamos crearlos pero, sin embargo, lo haremos, debido a las recompensas a corto plazo para las personas, empresas o países que se beneficiarán de sus creaciones. Dos de esas personas, con toda probabilidad, seremos tú y yo.
Tampoco deberíamos haber creado armas nucleares, pero lo hicimos, y ahora no tenemos más remedio que encontrar una manera de vivir con la amenaza constante impuesta por ellas.