Hoy por hoy, la innovación no es algo opcional, es un imperativo.
Todo el mundo quisiera crear nuevos productos y servicios, encontrar nuevos clientes y mercados, mantenerse por delante de la competencia y trabajar de forma más inteligente en lugar de esforzarse más. Sin embargo, con todo el enfoque y la atención en la innovación, el término se ha convertido en una palabra de moda usada en exceso en lugar de un concepto real y tangible.
Quien desea perseguir seriamente la innovación, debe deshacerse de las exageraciones y los lugares comunes. Los verdaderos innovadores necesitan trascender las ideas, reglas y patrones existentes para descubrir resultados nuevos y emocionantes. Deben meter en un cajón el manual de las mejores prácticas y ensuciarse las manos.
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El espíritu de un verdadero innovador se basa en querer hacer algo que nunca se ha hecho antes, resolver problemas que nunca se han resuelto, estar dispuestos a atravesar paredes y saltar desde la azotea de un rascacielos si es preciso.
La innovación se trata fundamentalmente de personas y de cómo desarrollamos una nueva actitud hacia ellas. De cultivar una mentalidad creativa, de toma de riesgos y trabajo duro. Siempre hay una forma mejor de hacer las cosas y el progreso de la humanidad consiste en esa búsqueda permanente y entusiasta.
Y tú ¿Tienes un espíritu innovador? ¡Seguro que sí!
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